domingo, 27 de abril de 2008

Sobre la tumba incierta de la tarde

-Te quiero.
-Ése es el problema-responde ella, intentando no escucharse a sí misma mientras atraviesa la carne de él con la mirada.
La cama se vuelve una plataforma a la deriva. La evidencia del naufragio. Él se levanta, se sienta frente a la ventana y vuelve a perderse en el horizonte. Lía un porro mientras ella se viste.
-¿Volverás mañana?
Ella se va sin contestar. Él no dice nada y da la primera calada. Piensa en ayer y mañana, en lo que pasó y sigue pasando. A veces garabatea algún verso mientras espera al día siguiente, absorto en el vuelo de pájaros grises sobre la tumba incierta de la tarde.

Borja de Diego.

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